EL GÓLGOTA DEL SEÑOR

En este hilo a modo de memoria descriptiva, informamos de todos los detalles que guarda este nuevo trono del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia

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Lateral del trono del Stmo. Xto. de la Humildad y Paciencia

Materiales

El trono será realizado en madera de pino insigne y cedro real tallada y sobredorada.

Frontal del trono Stmo. Xto. de la Humildad y Paciencia
Postura humilde y vencida

Estilo

Su estilo es el neobarroco, totalmente acorde al estilo de la nueva imagen que ha realizado el escultor e imaginero malagueño José María Ruiz Montes, y muy adecuado a la personalidad y características de esta corporación nazarena.

De líneas curvas, planta sinusoidal, con entrantes y salientes. Consta de un plinto rectangular realizado en madera dorada con decoración vegetal, en el que se asienta el cajillo del trono, rectangular, pero configurado a base de curvas y contra curvas.

Con cuatro grandes ménsulas que conforman las esquinas

Ménsulas del trono del Señor
Cartelas

En los ejes centrales de los paños laterales, frontal y trasero aparecen cuatro sendas cartelas de gran tamaño que acogen altorrelieves en madera tallada, policromada y estofada.

El alzado del canasto posee además un ritmo ondulante de curvas y contra curvas ascendentes y descendentes que le otorgan un ritmo valiente e inusual al conjunto

El cajillo en su desarrollo horizontal está compuesto de varias molduras con diferente decoración: la superior está decorada con lacerías talladas, figurando una celosía andaluza, la inferior, con panza, con decoración vegetal de acantos y frutas, asimismo estofadas. En los paños laterales aparecen además dos ménsulas más, de menor tamaño que soportan macetillas o anforitas para albergar decoración floral.

Anforitas
Arbotantes

En las esquinas del cajillo y sobre las ménsulas se sitúan cuatro arbotantes de 9 luces cada uno, con un fuste central a modo de candelieri del que parten los brazos que soportan las tulipas, a realizar en cristal de color ámbar.

Tras las cartelas laterales, otros dos arbotantes, esta vez de cinco luces, iluminarán las figuras del grupo escultórico

Arbotantes laterales

A destacar el volumen e importante tamaño de los mensulones que conforman las esquinas, inspiradas sin duda en el estilo habitual de los tronos tan habituales que teníamos en nuestra ciudad durante la primera mitad del s. XX y que introdujo con gran maestría el tallista granadino Luis de Vicente

Aparecen asimismo en el cajillo dieciséis figuras de querubines alados revoloteando alrededor de las cartelas y las esquinas.

Querubines
Cartela lateral

Motivos Iconográficos

La iconografía propuesta aparece sobre todo en los cuatro altorrelieves de las cartelas, a realizar en madera tallada, dorada y estofada.

Los cuatro motivos elegidos pretenden simbolizar sendos gestos de la humildad de Cristo durante su vida terrena, a saber:

Los ocho querubines de las esquinas portarán en sus manos atributos pasionarios representando el 𝗔𝗿𝗺𝗮 𝗖𝗵𝗿𝗶𝘀𝘁𝗶.

Las medidas máximas en planta (plinto) son 292cm de ancho x 470cm de largo.

Trono de María Stma. de Dolores y Esperanza

La transición estética en la España borbónica tocó las cumbres del arte sacro, un reflejo de ello es el órgano de la Catedral de Málaga. Maridando arte y fe, descubrimos cómo este legado ha influido en el diseño del trono de María Santísima de Dolores y Esperanza. .

Impulsado por los aires renovadores de la Real Academia de San Fernando, el órgano malagueño abandonó el dorado barroco por la piedra y sus simulacros. Así, se abría paso al neoclasicismo, un camino de sobriedad y elegancia que aún guardaba la pasión de su predecesor barroco.

La caja del órgano, nacida de la maestría de Martín de Aldehuela, se construyó en un crisol de talentos. La solidez de Antonio Valderrama, el arte de García, Medina y Salazar.

 

Juntos, bajo la pincelada y forja de Ortiz, Romero y Vega, levantaron más que un instrumento: un monumento al tiempo.

Cada línea y adorno de la caja del órgano narra una transición: frisos, frontones curvos y celosías doradas con vegetación, hablan de un barroco que se despide y de un neoclasismo que reclama su sitio. La arquitectura y música, unidas en una danza de estilos.

El cardenillo, un tono verde claro, viste al órgano. Es la huella del rococó, que se resistía a abandonar la escena. Este pigmento, surgido de la corrosión del cobre, se mezcla con albayalde para ofrecer un delicado matiz que conquistó ambas corrientes artísticas.

La paleta rocaíl se enriquece aún más con la fina ornamentación pintada al detalle, técnica que exaltaba la suntuosidad de los elementos decorativos y que servía como un lazo entre estilos, eras y expresiones artísticas, como un eco visual que perdura en el tiempo y el espacio.

Los arcángeles trompeteros del órgano, en actitud de anuncio celestial, se convierten en heraldos de un cambio. Proclaman no solo la fe sino también la evolución del arte, alzándose como emblemas de una era que dialoga entre lo divino y lo terrenal, lo antiguo y lo nuevo.

Este órgano trasciende la música para inspirar el trono de María Santísima de Dolores y Esperanza. Como si las melodías se materializaran, su influencia directa en el diseño procesional es un testimonio del poder del arte como puente entre la inspiración y la creación devota.

El trono, al igual que el órgano, encapsula una historia de transiciones y gustos artísticos en su diseño.
 
Se ofrece como un eco visual de ese gran instrumento, manteniendo el lenguaje de los arcos y la narrativa de los colores, donde cada detalle responde al llamado de una herencia estética compartida.
 
Así, órgano y trono dialogan a través de los siglos, un dúo que celebra la unión indisoluble entre lo histórico y lo artístico.
 
De piedra, pincel y devoción, cada uno narra parte de una misma historia: la evolución del gusto, la técnica y el espíritu de un tiempo reflejado en sus creaciones sagradas.
El Estilo Imperio, esencia de opulencia del imperio romano y neoclasicismo del siglo XIX, sirve de fuente para el trono de María Santísima de Dolores y Esperanza. Reflejo de la historia y la fe, su diseño captura la magnificencia romana en un contexto religioso.
Inmersión en la historia: El trono evoca el neoclasicismo, este a su vez inspirado en la grandeza de la república romana; ahora en la narrativa cristiana. Une la simetría, propaganda y elementos de poder, como las coronas de laurel y las hojas de acanto, a la iconografía mariana.
 
La relación simbólica: Los elementos decorativos como el laurel y la palma vinculan la victoria romana con la victoria espiritual del Domingo de Ramos.
 
Reafirman la narrativa de triunfo y realeza en el trono procesional, simbolizando la victoria de fe sobre el dolor. Los emblemas desempeñan un papel crucial en esta etapa.
 

Inspiración real: Inspirado en la época de Carlos IV, el trono refleja la estética de los doseles y asientos reales, simbolizando la realeza de María. Los motivos napoleónicos y la opulencia del terciopelo negro, entretejido con oro y seda, resaltan su divinidad.

Estos motivos se repiten y son agradables.

El frente: La bambalina frontal centra el emblema mariano – corazón y puñales – evocando los Dolores de María. Incorpora el ancla, ícono de Esperanza, entrelazando dolor y fe. La corona real sobre el emblema no solo es decorativa, sino un omen a su realeza celestial.

Arte y simbolismo: El trono es un lienzo donde el bordado actúa como pincel. La repetición de estrellas de cuatro puntos recuerda la constancia en la fe. La selección de motivos no es al azar: cada hilo es una historia, cada figura, un capítulo de teología visual.

La expresión Carmelita: La bambalina trasera incorpora el escudo Carmelita, enlazando así al trono con la Orden del Carmelo. Más que una obra artística, es un testimonio de la identidad espiritual de la comunidad que venera a la Dolorosa.
 

El Palio y la cohesión: Relacionando los bordados del palio, se establece un diálogo artístico que refuerza la narrativa. Cada elemento bordado es eco del otro, creando una sinfonía visual que armoniza fe, arte e identidad.

Objetividad artística: En cuanto a técnica, el estilo Imperio nunca es aleatorio. Su presencia en el trono es deliberada, empleando la grandiosidad y simetría para inspirar reverencia y reflejar principios estéticos de orden, poder y estabilidad.
 

En resumen, el trono de María Santísima de Dolores y Esperanza es una confluencia de arte, historia y devoción. Cada elemento, fiel al estilo Imperio, es un homenaje tanto a la historia del arte como a la profundidad de la fe cristiana, bordado en hilo dorado de tradición.